lunes, 22 de febrero de 2010

LA ARQUITECTURA RENACENTISTA: COMENTARIO DE OBRAS SELECCIONADAS

LA CATEDRAL DE FLORENCIA: CÚPULA DE SANTA MARÍA DE LA FLOR (1419 y 1434). FILIPPO BRUNELLESCHI

Introducción.

Filippo BRUNELLESCHI (1377-1446) era florentino, de familia acomodada, ya que su padre era un importante notario. Recibió una esmerada educación humanista. En 1401 se presentó a un concurso, organizado por la ciudad, para hacer las segundas puertas del Baptisterio a los pies del “duomo”, compitiendo con GHIBERTI, quien lo ganó, con gran disgusto para el maestro. En 1403 realizó con DONATELLO un viaje a Roma para estudiar las ruinas clásicas y, ya de vuelta en 1418, se presenta a otro concurso para realizar la cúpula de la catedral, comenzada a construir por Arnolfo DI CAMBIO (quien puso los cimientos en 1269, en sustitución de la dedicada a Santa Reparata) continuada según planos de Francesco TALENTI, que, en 1367, ampliaba el espacio de la cabecera y del crucero, por lo que no pudo terminarse. (Se habían previsto unos 360.000 millones de liras actuales para la construcción de la catedral).




En 1370, cuando se paraliza la obra, quedaban, pues, algunos condicionantes:
-Un hueco de unos 45 m, imposible de construir con los medios tradicionales (cimbras). No quedaban ya carpinteros ni gremios capaces de hacerlas en la ciudad.
-A una altura de más de 100 m, por lo que se necesitaban gigantescas estructuras de madera desde el suelo, con un enorme coste añadido
Brunelleschi construye desde el tambor octogonal hasta la linterna en una primera fase, utilizando en esta obra diversos materiales: el mármol, el ladrillo, bloques de arenisca, la madera, el hierro, el plomo.

Se propone construir no una cúpula maciza, sino dos, con un entramado de mármol en medio, como unas costillas:
- Una exterior, de perfil ojival, más delgada, de impermeabilización.
Otra interior, semiesférica, más gruesa, estructural.

Ha estudiado la forma de construir, de dos muros y relleno, en las murallas romanas. Surge la idea. Cada cúpula se dividía en ocho paneles curvos unidos por nervios que convergían en la clave. “Entre éstos nervios, otros dos interconectados por otros horizontales: anillos de piedra arenisca enlazados con varas de hierro recubiertas de estaño, bóvedas de cañón cada 7 metros, extendiéndose entre nervio y nervio y anillos tirantes de madera de grandes vigas de roble. Todo esto hace posible la construcción de la cúpula conforme la obra va subiendo, de tal forma que la misma retícula se sostiene por sí misma”. Esta trama se deja hueca y a ella se fijan los dos casquetes, exterior e interior, equilibrándose las fuerzas y transformando y unificando el espacio compartimentado y opuesto de la catedral (longitudinal en la nave y central en los tres ábsides de la cabecera) en un todo centralizado por la enorme cúpula. El vano octogonal en la parte superior, recuerda al circular del Panteón de Roma, pero se cubrirá con una linterna para iluminar el crucero. El conjunto es elevado sobre el gran tambor octogonal, agrandado y horadado con ventanales circulares, también de procedencia romana, no necesitando de más apeos sobre el tambor. En la base de éste, se rodea de éxedras y cúpulas que contrarrestan, alrededor, los empujes de la obra y que recuerdan soluciones bizantinas. Las dimensiones que, al final tiene esta gran cúpula son: 105,5 m de altura desde el suelo, por 51,70 de diámetro.

Esta construcción es, por una parte gótica, por el perfil abombado y por los nervios que la sustentan, pero es también renacentista, ya que plantea soluciones completamente innovadoras. Éstas le permiten equilibrar las fuerzas del edificio y restar peso, puesto que éste se reduce aproximadamente a la mitad. Además consigue una obra monumental, recuperando los grandes espacios abovedados o cubiertos con cúpulas, romanos o bizantinos, con nuevos métodos. Verdaderamente superar este concurso fue para el artista un “desquite” del ganado anteriormente por GHIBERTI, aunque no del todo, ya que le tuvo como supervisor, cobrando como él unos veinte años.

Florencia albergaba en el siglo XV unos 60.000 habitantes, era un centro político importante que se convierte en capital del Humanismo en este Primer Renacimiento o Renacimiento Temprano (“Quattrocento”, siglo XV). Se construye mucho, más en calidad que en cantidad: iglesias, palacios, hospitales… y se convocan concursos para las obras cívicas en los que juzgan los gremios. Hay competencia entre los artistas que diseñan su obra, la muestran al público en maquetas y después la realizan y sienten orgullo de su obra y la admiración de sus conciudadanos. Se convoca otro concurso, como el de 1438, para rematar la cúpula con una linterna. BRUNELLESCHI lo gana y comienza a realizarla, aunque no puede terminarla, sorprendido por la muerte. Serán sus discípulos, esencialmente MICHELOZZO, quienes la finalicen, siguiendo los planes del maestro.

Posee una planta también octogonal y utiliza el mármol blanco como elemento constructivo. En cada lado del octógono se abre un estilizado arco de medio punto, sobre columnas, para la iluminación. A los lados, pilastras corintias sostienen el entablamento que aparece coronado por una construcción, a modo de chapitel, cónico, que cobija una pequeña cúpula. Esta construcción le da al conjunto un mayor impulso ascensional. De esta manera, la cúpula sobresale imperiosamente sobre la ciudad, se convierte en su símbolo; centra el espacio interno de la catedral, preside los barrios florentinos y parece igualar en altura a los montes vecinos, por ejemplo, S. Miniato. Pero esta linterna también genera empujes que es preciso contrarrestar, como si se tratara de arbotantes que descansan en el estribo. El artista da una solución clásica: pilares que sostienen arcos de medio punto que enmarcan una concha o venera. Además, sobre ellos, una doble voluta que actúa como contrafuerte, recordando los capiteles jónicos. El lenguaje creado es clásico: arcos de medio punto, veneras, decoración etc. pero, sobre todo, ha culminado una empresa que parecía imposible.

Iconografía, función y significado.

La finalidad de la obra es cerrar el crucero y dotar de luz a esa parte de la iglesia ante el altar, pero no una luz coloreada, como la que entra a través de las vidrieras góticas, símbolo de la presencia de Dios en el cielo, en la “Jerusalén celeste”, sino luz blanca y cenital, que ilumina la arquitectura y clarifica los elementos constructivos.

La importancia y el significado de esta obra son enormes: bastaría para demostrar esta afirmación el hecho de que es el precedente de la cúpula de San Pedro del Vaticano con la proyección en multitud de cúpulas a lo largo de la Historia.

- BRUNELLESCHI es prototipo del artista renacentista en tanto concibe y diseña la obra desde el principio, de forma que puede verse el resultado antes de ser construida y la realiza. También lo es en cuanto a su formación completa: arquitecto, escultor, pintor, orfebre, ingeniero, etc.
-Sus planteamientos y técnicas son innovadores: diseña nuevas herramientas, patentadas por la ciudad, como el tornillo, las poleas combinadas… o nuevas técnicas de construcción, como las estructuras movibles… Estas novedades llegan a plantearle problemas, como la huelga que le hacen los obreros constructores, aunque después vuelven siendo contratados por un salario inferior.
-Asimila lo clásico y lo aplica a las obras que construye; pero innova para equilibrar las fuerzas del edificio o la decoración, obteniendo resultados diferentes.
- Marca la transición entre el “Trecento” y el “Quattrocento”, pero en algunos aspectos, como el de concebir un edificio como una gran escultura en el urbanismo de la ciudad, se adelanta al “Cinquecento”.

M.S.V.

IGLESIA DE SAN LORENZO (1429-1470). FLORENCIA. Filippo BRUNELLESCHI

Introducción.

La planta tradicional para una iglesia cristiana era la basilical de cruz latina que, por una parte, incorpora al edificio la idea del sacrificio de Cristo y, por otra, es funcional, perfectamente adaptada a las necesidades del culto. En la Edad Media se había utilizado en las iglesias románicas, en las cistercienses y en el siglo XIII las órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos) la habían adoptado, por ejemplo en Santa María Novella (1278-1350) o en la de la “Santa Croze “(comenzada en 1295), ambas en Florencia. Filippo BRUNELLESCHI recibe el encargo de los Médici de proyectar y realizar la Sacristía Vieja (1420-1429) adosada a la iglesia nombrada románica, y, a continuación, la iglesia entera. Fue realizada entre 1429 y 1470, es la primera iglesia florentina de estilo renacentista y en ella el autor experimenta con el círculo y el cuadrado, las dos formas perfectas que reflejan la perfección divina. Está construida en diversos materiales y sus dimensiones son 77,90 m de largo por 53,90 de anchura en el transepto y 36,70 de altura en la fachada. Se halla en Florencia y destacan las tres sacristías en ella.

Análisis formal.

1. Planta:
-La planta es casi basilical con espacio longitudinal y simetría bilateral, de cruz latina de tres naves con capillas laterales en cada uno de los tramos. A continuación, un crucero cuadrado, cubierto por una cúpula semiesférica, dos tramos también cuadrados y una cabecera recta, también cuadrada, de la misma medida de los anteriores. A ambos lados en la cabecera y en el transepto capillas dispuestas de dos en dos de planta rectangular o cuadrada. A ambos lados, en colores verde y sepia, las dos sacristías funerarias de S. Lorenzo, la Vieja ya mencionada, y la Nueva, construida según proyecto de Miguel Ángel, ambas para la familia Médici.
- Observemos la cruz perfecta que dibujan la capilla mayor o presbiterio, los dos tramos del transepto y la nave central del edificio. Esta cruz destaca claramente en la planta y en el exterior. Ésta es una característica renacentista, la claridad. En la Edad Media se había utilizado esta planta, pero no se marcaba de forma tan destacada. Aunque se halle presente en iglesias góticas, está más enmascarada por la disposición de las dependencias y por los mismos elementos constructivos. Aquí se utiliza de forma neta y clara.
- Destaquemos también el hecho de colocar una cúpula en el crucero sobre pechinas. Como la utilización de la planta de cruz, este hecho no es original. Muchas iglesias románicas la poseen, pero se había perdido en el gótico y en este momento se recupera y es imagen de la perfección divina. Las iglesias posteriores en el Renacimiento, en el Barroco, etc., la tienen como elemento fundamental. Este elemento centraliza en parte el espacio.
- Observemos las proporciones del edificio. La planta y el alzado son diseñados con arreglo a unas proporciones matemáticas respecto a un módulo, el cuadrado del crucero: la nave central es doble que la nave lateral y las capillas son la mitad que la nave lateral. También esta proporción se mantiene en la altura del edificio de tal manera que las naves laterales son más bajas que la nave central y los arcos que abren las capillas laterales más bajos que éstas, altura proporcional a la anchura.

2. Interior.

La vista del interior del edificio, si lo comparamos con el interior de las iglesias góticas precedentes, sí es verdaderamente innovador en los elementos sustentantes, en los elementos sustentados y el conjunto y están sacados del mundo clásico.

Elementos sustentantes:
-En la nave central, los pilares fasciculados han desaparecido; se han sustituido por columnas de orden corintio (constituidas por un plinto, una basa ática, un fuste liso, un collarino y el capitel con las hojas de acanto, con los caulículos y rosetas centrales bien marcados y carnosos, como los romanos). Sobre las columnas encontramos un elemento extraño, un trozo decorado de entablamento cortado, con su correspondiente arquitrabe dividido en bandas o “fasciae” en progresión ascendente, un friso decorado y una cornisa bastante volada. Es el método ideado por el artista para hacer más esbeltos los soportes y aplicar la proporción en la altura de la nave. A continuación, y sobre éstos, los arcos de medio punto decorados que forman los tramos, marcados también en el suelo, y sobre ellos otro entablamento corrido sobre el muro. Una cornisa volada sostiene una baranda y en el muro se abren los ventanales terminados en arco de medio punto que iluminan la nave central.
§ En las naves laterales vemos pilastras de orden corintio entre los arcos de embocadura de las capillas, entablamentos corridos (con arquitrabe friso y cornisa), arcos de medio punto, tanto formeros como fajones, también dispuestos en tramos correspondientes a los de la nave principal, y con ventanales redondos por donde entra la luz blanca, natural.

Además los elementos constructivos se diferencian con nitidez de los paramentos blancos por su color gris, lo que tiende todavía junto con la luz a dar más claridad al interior.

Elementos sustentados:


-En la nave central, se dispone un techo plano con casetones también proporcionales al módulo del edificio con la cúpula indicada en la planta.
-En las naves laterales, cada tramo está cubierto por una bóveda baída o vaída (esférica, cortada por cuatro planos verticales perpendiculares entre sí).
-En las capillas, bóvedas de cañón.

En el conjunto el artista se plantea otro tipo de espacio interior claro y diáfano, perfectamente definido, proporcional y armónico. Y lo hace aplicando en el edificio la teoría de la perspectiva que formuló en 1416.

Observemos desde los pies de la iglesia una serie de líneas rectas que confluyen sobre el altar en un punto de fuga y que forman una pirámide visual en cuya base estamos nosotros: en las basas de las columnas, en las cornisas en saledizo sobre ellas, en la cornisa que discurre por el muro, en las molduras del techo.

Al mismo tiempo estas líneas están cortadas por planos proporcionales que forman cubos, cada vez más pequeños de tramo en tramo hasta confluir en el vértice de la pirámide, aunque esto sólo sea un efecto visual que en la realidad no se da, como la perspectiva lineal o artificial en la pintura o el “schiacciato” en el relieve.

Iconografía.

De esta manera BRUNELLESCHI crea un espacio a medida del hombre y abarcable por él, aunque no en su totalidad, ya que el transepto no se ve y además requiere que el espectador se sitúe inmóvil en la posición indicada para poder abarcarlo casi todo. De ahí que el artista perfeccione este esquema en la iglesia del “Santo Spírito” (1436-1482) y conciba la planta basilical, pero centralizada. Este es el tipo de planta que se mantiene durante el “Quattrocento”, que influirá en las teorizaciones de ALBERTI y que se traducirá en iglesias posteriores.

M.S.V.

SAN ANDRÉS DE MANTUA. FACHADA Y PLANTA. LEÓN B. ALBERTI (1404-1472)

Introducción.

Alberti, es el prototipo de hombre renacentista con una amplia cultura humanística: filósofo, escritor, arquitecto, urbanista y teórico del arte, encarna el ideal de hombre-artista polifacético del Quattrocento. El arte, con él, se convierte en el eje del nuevo sistema cultural, adquiere el valor de doctrina autónoma y hegemónica, se presenta como concepción del mundo (Argan).

Las nuevas propuestas renacentistas requerían el desarrollo de un pensamiento teórico que las justificara y explicara. Esta tarea la realizó Alberti, rompiendo con la tradición medieval técnica y artesanal en sus tres tratados: De pintura (1435), de arquitectura De re aedificatoria (1443-1452) y a la escultura De statua (1450), es el primer tratadista moderno.

Nació en Génova en 1404 hijo natural de una familia patricia florentina enriquecida con el comercio de lana y exiliada hasta 1426 en que, una vez levantada la orden de destierro a su familia, volvió a Florencia uniéndose al círculo de los humanistas.

Se educó en Padua y en su juventud estudió a los clásicos en profundidad, no quiso seguir el negocio de la familia y se doctoró en leyes en Bolonia en 1424. Su excesivo trabajo le hizo caer enfermo y se dedicó a las matemáticas, la música y la gimnasia en busca de alivio.
Su auténtica formación artística se produjo en Roma, es allí donde descubre toda la grandeza del arte clásico e inicia su obra erudita.

En 1432 entró en el servicio del Papa refugiándose en el 34 con el séquito de Eugenio IV en Florencia durante el asedio a Roma por los Colonna. Tras el triunfo del pontificado vuelve a Roma con el nuevo Papa Nicolás V, de quien recibió gran ayuda y numerosos encargos. Estudia la renovación urbanística de la ciudad (Descriptio Urbis Romae). Profundiza en la antigüedad clásica y comienza su obra De re aedificatoria que sigue la línea del tratadista romano Vitrubio, escritor y arquitecto cuyo manuscrito fue redescubierto en 1414 en Monte Cassino, y cuyos “Diez libros de Arquitectura” influyeron decisivamente en Albertí y otros arquitectos, compendio de la experiencia del estudio directo de los monumentos antiguos y constituye el fundamento del clasicismo arquitectónico del Renacimiento.

En Roma se encontraba en esta época Donatello que trabajaba en el Tabernáculo del Sacramento de San Pedro, su compañía le abrió los ojos al ritmo, la calculada armonía y la humanidad total del arte clásico.

Como arquitecto su primera Iglesia es San Francisco en Rimini (1447-50), templo mausoleo para Segismundo Malatesta consagrado a la “divina Isotta” su amante. El esquema malatestiano de arco triunfal en la fachada repercutirá posteriormente, demostrando su dependencia de la arquitectura romana, dando a arcos y columnas una misión decorativa.

En 1434 en Florencia entra en contacto con Brunelleschi, maestro en efectos espaciales y en analizar las leyes de la perspectiva, como hombre ecléctico se inspira en fuentes romanas, románicas e incluso góticas, pero pronto se iba a poner más interés en la antigua Roma como fuente de inspiración arquitectónica y esto se deberá en parte a Alberti que siendo menos constructor que él, ya que no era un arquitecto al uso, era más un erudito y un teórico que ni siquiera como apunta Blume, ni siquiera estaba siempre presente en la ejecución de su obra y enviaba por correo los dibujos de los detalles a medida que avanzaba la obra, sin embargo sabrá presentir mejor que Brunelleschi lo que ha de ser el futuro templo cristiano. Alberti en cada una de sus obras experimenta conceptos y soluciones, tanto en la tipología como en lo formal, extraídas de su profundo conocimiento de la arquitectura romana. Alguna de sus aportaciones durará a lo largo de los siglos fundamentalmente en la tipología de las iglesias jesuíticas.

Durante los últimos años de su vida, Alberti apenas estuvo en Florencia, sin embargo se estaban realizando sus proyectos para Santa María de Novela, 1470, en donde crea el modelo de fachada con dos cuerpos de tamaño distinto, unidos por volutas y coronado por frontón, y aplica su ciencia arquitectónica basada en el número y en la proporción. Las armonías son análogas a las musicales. Así 1:1; 1:3; 2:3; 3:4... pudiendo todo el conjunto inscribirse en un cuadrado. Se construye también el Palacio Rucellai (1446), inspirándose en el Coliseo romano donde aplica la superposición de los órdenes clásicos y coloca arcos entre pilastras, y el Coro de la Annunziata, 1467.

Estuvo en Ferrara y Roma, alejándose definitivamente de ella y entrando a servir, en Mantua, al Duque Ludovico Gonzaga. Fue en Mantua donde sus conocimientos sobre arquitectura y su gran formación intelectual y humanista configuran un nuevo clasicismo. Proyecta la Iglesia de San Sebastián, comenzada en 1460, en planta de cruz griega y realiza su mejor obra, la Iglesia de San Andrés,. Proyectada en 1470 en planta basilical de cruz latina, y comenzada en 1472 justo antes de su muerte, y continuada por Luca Fancelli, terminándose con innovaciones cuarenta años después. Esta considerada una de las construcciones más puras del siglo XV dejando aparte la cúpula construida en el siglo XVIII por Filippo Juvara y la decoración a “la romana” de Paolo Pozzo en 1778.

Fachada de San Andrés de Mantua.

Anchura y altura de la fachada modular en torno a 13,50m.

Para Argan, esta fachada es un fuerte organismo plástico con el profundo vacío del gran arco apretado entre los dos volúmenes que afloran en el plano de pilastras.

Tiene un carácter de fachada más marcado que el de Santa María Novela, ya que sólo en parte, tapa la basílica superándose aparentemente el principio de que la fachada de un edificio debe ser reflejo del interior. La fachada actúa -siguiendo el comentario de Sureda- como un cuerpo independiente que integra las soluciones del templo malatestiano de Rimini y la Iglesia de San Sebastián. Conjugando la tipología del arco de triunfo con la de la pronaos de un templo clásico, Alberti crea un gigantesco orden de pilastras que se alza para soportar un frontón triangular. El interespacio central dobla en anchura los de los laterales y, mientras que la altura de estos se divide en tres pisos, la central acoge un profundo atrio cubierto por una bóveda de casetones, cuyo antecedente hay que buscarlo en la arquitectura imperial romana, en las Termas de Diocleciano y en la Basílica de Majnecio y que seguirá en la cubierta de la nave central y en el espacio al que se abren las capillas laterales.

La planta.

La planta de San Andrés es basilical de cruz latina siguiendo el concepto de templo etrusco que Alberti expuso en su De Re Aedificatoria, con un lejano eco de la Basílica de Constantino.

“Las naves laterales de la basílica cristiana creaban penumbras, zonas indefinidas, antitéticas, con la nueva exigencia de dominar intelectualmente todo. En San Andrés, Alberti elimina las naves menores, crea un solo ambiente ensanchando la nave central, un solo recorrido, una sola idea, una sola ley, una sola unidad de medida, y esta es la voluntad humana y humanista clásica y nunca clasicista de la arquitectura del Renacimiento. La composición es modular y el módulo es el cuadrado” (Zevi).

La planta de una sola nave rectangular, con transepto y cúpula sobre el crucero (realizada en el siglo XVIII) tiene seis capillas laterales a cada lado situadas en los contrafuertes de las cuales sólo tres, siguiendo las explicaciones de U. Hatje, tienen significación en el interior, a modo de grandes hornacinas excavadas en el muro; las otras tres están cerradas hacia el recinto principal y sólo son accesibles por una pequeña puerta, estas están cubiertas con cúpulas e incomunicadas entre si. Se crea un contraste entre vano y pleno que contribuye a hacer del espacio un todo orgánico.
Las anchas zonas murales en las que se asientan estas puertas están enmarcadas por altas pilastras.

Por encima discurre el entablamento sobre el que descansa la bóveda de cañón con casetones. Alberti la concibió así porque creía que era la terminación más digna para un recinto sagrado, por lo tanto lo repitió también en las capillas laterales abiertas.


Mediante la alternancia entre las capillas cerradas, cuadradas, y las abiertas, rectangulares, se crea en la articulación mural una sucesión rítmica que determina también la iluminación: la luz lateral penetra sólo a través de las grandes aberturas de las capillas, mientras que los tramos más cortos permanecen en la oscuridad. Tras la forma de este recinto eclesial, desarrollado sin atenerse a un modelo concreto gracias a la concepción de un solo artista, se encuentra el continuo análisis de la arquitectura clásica romana y la dedicación intensa a los escritos antiguos. Por supuesto que la planta y el alzado están configurados hasta en los detalles según un sistema de proporciones previo.

Lo decisivamente nuevo frente a los edificios de la etapa estilística de Brunelleschi es, sin embargo, la aparición de la estructura espacial clásica, en la que la delimitación se hace de nuevo tangible como volumen articulado.

La decoración interior de Paolo Pozo, del siglo XVIII, a “la romana” puede distraer de la contemplación del interior más grandioso de Alberti el que de una forma más rotunda traslada, a la manera renacentista, el sentimiento de sobriedad y grandeza de lo antiguo. Toda la estructura, tanto el interior como el exterior se basa en la antítesis directa de los volúmenes cuadrados llenos y vacíos, articulados por fuertes estructuras plásticas como señala Argan.

La concepción arquitectónica de planta salón con capillas laterales iba a influir decisivamente más allá del renacimiento, sobre la edificación de iglesias del Manierismo y del Barroco; cuando Vignola construye, cien años más tarde, la Iglesia matriz de la Compañía de Jesús, Il Gesû de Roma toma como base el esquema de planta salón con capillas laterales y extiende este tipo de planta mucho más allá de las fronteras de Italia en una expansión tan fuerte que llegó incluso a desplazar a la basílica entonces dominante. Como novedad en la Iglesia del Gesú las capillas se comunican por medio de puertas abiertas en los contrafuertes, a través de las cuales se efectúa el movimiento de sacerdotes y público para no distraer a los que asisten a la misa en el altar mayor.

Como hemos indicado Alberti supo presentir mejor que nadie cual sería la tipología idónea para los templos cristianos en un momento en el que se prima más el esquema de planta central que el longitudinal. Él mismo había concebido, en este esquema con anterioridad a San Andrés, la Iglesia de San Sebastián (1460), la proyecta centralizada de cruz griega en un cuadrado con pronaos y tres ábsides.

Este tipo de planta central será el preferido por Bramante y Miguel Ángel para los primeros proyectos de San Pedro del Vaticano. Con anterioridad Brunelleschi había sentido la necesidad de negar al máximo el eje longitudinal y de crear una “circularidad” en torno a la cúpula, en su deseo de controlar enteramente el espacio para hacerlo unitario (Zevi), porque al templo centralizado se le consideraba expresión terrena de la divina proporción, pero esta forma se adapta difícilmente a las necesidades de culto que obligará a alargar la nave longitudinal. El edificio central puro prácticamente no se realiza por la exigencia de realzar la entrada que impide la simetría absoluta, además de los inconvenientes para desarrollar el culto, que termina trasladando el altar mayor del centro a la pared.

Estos esquemas centralizados son la base de los estudios de Leonardo da Vinci, se enseñan en los tratados de arquitectura y se basan en el círculo como símbolo de lo perfecto, absoluto y puro de Dios mismo, muchos pintores y escultores lo introducirían dentro de sus obras (Ghiberti, Mantegna, Ghirlandaio, Rafael...).

León Battista Alberti es un “uomo universale”, interdisciplinar, que encarna el ideal humanístico del primer Renacimiento. Fue el primero, en pleno Quattrocento, que ofreció una fisonomía moderna del arquitecto al poner en relieve el aspecto intelectual y espiritual de su obra –no el manual- característico de los maestros de la Edad Media, dignificando la profesión, identificándola con las liberales. Inspiró a Pío II en la construcción de su pueblo natal de Corsinano, siendo Pienza el espacio urbano ideal del Renacimiento

Es el tratadista del siglo con amplia repercusión posterior. Investigó en el campo de la física y matemáticas. Esta inclinación científica le lleva a construir una cámara oscura que impresiona vivamente a sus contemporáneos, incluso a Vasari que dijo que este invento se podía comparar a la imprenta y se adelantó en más de cien años a la cámara oscura de Della Porta. Escribió también sobre la familia y su concepto de la ética nos ayuda a comprender el clima moral en el que se encontraban inmersos Masaccio y Donatello. Siguiendo la tónica de la época es poeta y compone relatos amorosos, églogas, madrigales, sonetos y canciones.

Alberti es un humanista que creía apasionadamente en la grandeza del hombre y en la supremacía de los valores humanos. De familia austera y disciplinada dio a su humanismo una austeridad y una convicción en la santidad del trabajo que incluso Cicerón habría considerado un tanto severas (Kenneth Clark).

El artista, convertido en el Vitruvio del Renacimiento es el máximo representante de aquellos que creyeron que el arte era más teoría que práctica. Su obra puede considerarse como un elaborado conjunto de tipologías monumentales, como fundamento tipológico de la arquitectura clásica del Cinquecento.

P.M.L.

SAN PIETRO IN MONTORIO 1502. ROMA. DONATO BRAMANTE.

Introducción.

A principios del Cinquecento, Donato Bramante construye el más claro ejemplo de arquitectura renacentista en la ciudad de Roma: el templete de San Pietro in Montorio. Los reyes Católicos de España, en ese tiempo también monarcas de Nápoles, conciben la idea de construir un templo ubicado en el lugar donde, según la tradición, había sido crucificado San Pedro tal como reza una inscripción en la cripta fechada en 1502. Entre esa fecha y 1504 tuvo lugar su construcción.

Para la elección del arquitecto los monarcas tuvieron en cuenta las recomendaciones de uno de sus ilustres súbditos italianos, el cardenal Caraffa, a quien quizás el cardenal Ascanio Sforza le habría proporcionado noticias del todavía desconocido Bramante.

La política italiana de los Reyes Católicos, el carácter cristiano de su monarquía y las excelentes relaciones que mantenían con el Papa Alejandro VI (recordemos las Bulas Inter Coetera tras el descubrimiento de América), así como su colaboración en la Liga Santa, les habría llevado al deseo de materializar su presencia en Italia con la construcción de un edificio en la capital y centro de la cristiandad, para lo cual eligieron el convento de San Pietro in Montorio del que el rey español era protector.

Es probable que los Reyes Católicos no sospecharan la posterior fama que Bramante y este edificio iban a alcanzar ni tampoco la enorme influencia que tendrían si tenemos en cuenta que para muchos autores el templete es considerado precursor de las ideas desarrolladas en San Pedro del Vaticano.

Análisis de la obra.




















San Pietro tiene la planta de tipo central, circular, cuyos antecedentes los podemos encontrar en los templos circulares griegos y romanos, en determinados enterramientos romanos y en los martyria paleocristianos.

Construido con travertino y mármol, ambos de tradición clásica romana, sobre un basamento circular escalonado se levanta el edificio formado por un pórtico circular de 16 columnas de orden dórico-toscano (de basa ática con plinto, fuste liso, collarino y capitel con equino y ábaco), sobre el que descansa un entablamento circular (con arquitrabe, friso a base de triglifos y metopas decoradas con los símbolos del papado y cornisa); remata el pórtico una balaustrada que configura un segundo piso. Desde este pórtico se accede a la cella, espacio cilíndrico, rematado por una cúpula semiesférica sobre tambor.


El templo es de pequeñas dimensiones, ya que su diámetro interior es de 5 m., su diámetro total 10 m. y la altura máxima alcanza 12,50 m.

La cella presenta un muro exterior articulado por medio de nichos con remate semicircular avenerado, que alternan con vanos adintelados. Nichos y vanos se separan por pilastras, cada una de las cuales se corresponde con una columna del pórtico. Esta articulación se dispone rítmicamente, partiendo de la existencia de cuatro puertas en los extremos de los dos ejes del círculo que se cruzan perpendicularmente a modo de cardo y decumano; cada paño de muro situado entre dos puertas se organiza a su vez mediante un vano-ventana central flanqueado por dos nichos.

El tambor, sobre el que se apoya la cúpula, es un cilindro que prolonga en un segundo piso el de la cella y que repite el esquema de la articulación rítmica de aquél.
En conjunto el templete se concibe más como un problema de composición que de construcción. Bramante parte de un módulo que más que una medida es una forma: el cilindro. Cilíndricas son las columnas, cilíndrico es el pórtico, la balaustrada, la cella y el tambor, culminando el conjunto una cubierta de volumen semiesférico.

La forma cilíndrica es la base de la composición plástica, conseguida por medio de la alternancia de campos de luces y sombras: luz en las columnas, sombra en los intercolumnios; en el muro de la cella, luz en las pilastras y sombra en los vanos y nichos; luz en el arquitrabe, sombra en la cornisa, zona intermedia que alterna luz y sombra en los triglifos y metopas; luz en la balaustrada y claroscuro en el tambor delimitado por una línea de sombra en la cornisa superior.

El proyecto central circular lo concibe Bramante tras su llegada a Roma cuando, entra en contacto con la arquitectura clásica romana y conocer además los tratados de Vitruvio y Alberti.
Claros antecedentes los encontramos ya en Grecia, en los tholos, como los de los santuarios de Atenea Profaia en Delfos, el de Asclepio en Epidauro y el de Zeus en Olimpia. En Roma también hallamos esta tipología inspirada en modelos griegos como el de Vesta en el Foro o el de Hércules Vencedor en el Foro Boario. El primitivo arte cristiano continuará la tradición de la planta central en los baptisterios y martyrium como los de la Rotonda del Santo Sepulcro en Jerusalén o el mausoleo de Santa Constanza en Roma.
Esta tradición se interrumpe durante la Edad Media, cuyos constructores edificaron sus iglesias in modum crucis, prefiriéndose la planta de cruz latina, símbolo de la pasión y crucifixión de Jesús.

Función, significado y símbolo.

En el Renacimiento, la tradición clásica y cristiana se funden en una síntesis nueva y se unifica el antiguo simbolismo cósmico del centro (referente a los problemas de la vida y la muerte), con el concepto cristiano de redención y vida eterna.

Además cambia la concepción de la Divinidad. Cristo ya no será sólo el que había sufrido en la cruz sino también la esencia de la perfección y de la armonía, de ahí que se le relacione con el círculo -la simetría perfecta- por lo que simboliza el cielo y la perfección y también la eternidad. Por ello la planta circular recoge este sentido simbólico de perfección y eternidad unido a la idea del Dios redentor cristiano.

Al mismo tiempo se produce un cambio en el enfoque científico de la naturaleza, una interpretación matemática de toda materia. Esta teoría fue difundida y consolidada por Alberti y Leonardo, para quienes la arquitectura es una ciencia matemática que trabaja con unidades espaciales (módulos). Éstas y otras ideas explican la adhesión de los artistas de esta época a la concepción pitagórica de que "todo es número"; todo responde a una estructura matemática y armónica.

El plan que concibe Bramante para San Pietro in Montorio está de acuerdo con la filosofía y crítica de la época humanística. En sus escritos, desaparecidos ya desde mediados del siglo XVI, se recogían las ideas fundamentales del momento en relación con la arquitectura. Su meta era hacer una arquitectura "universal y eterna", sujeta a la medida, considerando que si el hombre perfecto tiene que ser medible (en este sentido Bramante, según señala Lomazzo "encontró la cuadratura del cuerpo humano"), la arquitectura, para ser bella y por tanto perfecta, ha de ser también medible. Así pues, Bramante tiene en cuenta el conocimiento y análisis científico (geométrico-matemático) de la naturaleza y del hombre propio de su tiempo.
En definitiva, Bramante concibe el templete como un martyrium planificado y determinado por un clasicismo de base romana; un templo de pequeñas dimensiones en el que no tienen cabida los fieles y haciendo hincapié en el tratamiento plástico. El cuadrado, el círculo, el número, la proporción... se relacionan con la filosofía cristiana renacentista que recibe la influencia de las doctrinas neoplatónicas.

Bramante se nos muestra como un hombre de su tiempo que en esta obra aglutina la Antigüedad clásica, el espíritu del Renacimiento y las creencias cristianas. Por ello el templete fue ya considerado por sus coetáneos como una obra perfecta.

E.L.B.

SAN PEDRO DEL VATICANO. S.XVI. ROMA. MIGUEL ANGEL.

Introducción.

En 1503 el cardenal Giuliano della Rovere fue nombrado papa con el nombre de Julio II y durante su pontificado, que duró diez años, se diseñaron grandes proyectos para la ciudad de Roma. Su sucesor, León X, completó su obra y durante su pontificado se traslada el espíritu del Renacimiento de Florencia a Roma. Sus nombres van unidos a los de Bramante, Rafael y Miguel Angel.

Roma en esta época tiene que reafirmar su condición de centro espiritual de Occidente y se constituye en un poder más, que rivaliza con otros en la consecución de determinados objetivos. Los Papas, al igual que el patriciado urbano de las ciudades renacentistas, empiezan a encargar obras a los artistas del momento, con el objeto de hacer evidente su prestigio y el de la institución que representan.

Julio II decidió que se levantara sobre el sepulcro de San Pedro un gran templo que representara a la Iglesia católica. En 1505 convocó un concurso para poner en marcha el nuevo proyecto. Según nos cuenta Vasari, el papa se inclinó por las ideas de Bramante, un arquitecto llegado de Milán, que llevaba poco tiempo trabajando en Roma y además era ajeno al grupo de artistas florentinos que rodeaban a Julio II.

Análisis de la obra.

BramanteBramante comenzó el diseño de la iglesia de San Pedro del Vaticano pero este primitivo proyecto se fue modificando por arquitectos sucesivos. Después de muchos estudios, que se conservan en el archivo de los Médicci en Florencia, Bramante diseñó una planta de cruz griega y cinco cúpulas. Las naves terminaban en cuatro ábsides y con un pórtico a cada lado que formaban las fachadas. Aunque la obra no se llevó a cabo, sus ideas influyeron en los arquitectos de su época. Julio II colocó la primera piedra el 18 de abril de 1506 y dejó que Bramante derribara todo lo que fuera preciso a excepción de la confesión de San Pedro ( una especie de pozo que nunca había excavado) Mosaicos cristianos, frescos de Giotto y obras del primer Renacimiento fueron destruidas.

A la muerte de Bramante en 1514 le fue encargada a Rafael la dirección de la nueva iglesia. Aunque le ayudó el arquitecto florentino Antonio da Sangallo, las obras avanzaron poco durante su dirección. Desaparecidos los dos artistas la obra quedó inacabada hasta que finalmente se hizo cargo Miguel Angel.



















Miguel Angel suprimió muchas de las torres y de las columnas exteriores del último proyecto de Sangallo porque quitaban a la iglesia simplicidad clásica. Estas últimas modificaciones no complacieron a los administradores de la construcción y Miguel Angel exigió que se le nombrara administrador de la obra, hecho que consiguió porque contaba con la confianza del Papa Paulo III.

Entre las características más importantes destacan los muros curvos de los ábsides que rematan en un sencillo ático horizontal que da la vuelta al templo y que está sostenido aparentemente por pilastras corintias. En los espacios lisos se abren ventanas y balcones que dan al edificio el carácter religioso que requería y que no contemplaba el primitivo proyecto.

Miguel Angel simplificó la planta, quitando pórticos y aberturas que reducían la resistencia de los muros; en cambio levantó la cúpula a una altura de 131 metros, 42 de diámetro y de doble casquete que esta sostenida por cuatro robustos estribos. La cúpula está levantada sobre un tambor circular, con columnas pareadas y ventanas con frontones rectos y curvilíneos rematados por cartelas decoradas con guirnaldas, todos ellos elementos del más puro clasicismo.

Esta cúpula, mucho mayor de la proyectada por sus antecesores, se convirtió en el elemento más expresivo del edificio. Miguel Angel murió en 1564, cuando la cúpula estaba solamente en el arranque, pero dejó el modelo detallado que su discípulo Giacomo della Porta se encargó de culminarla. En ella se han inspirado la práctica totalidad de los arquitectos de épocas posteriores.

F.V.V.

PALACIO MEDICI-RICCARDI (1444-1460). FLORENCIA. MICHELOZZO MICHELOZZI

Introducción.

El crecimiento urbano y el auge de la burguesía propiciaron un gran desarrollo de la arquitectura civil en el Renacimiento. El arquitecto renacentista construyó palacios y villas pero además creó un criterio urbanístico cuya aportación más importante fue la ubicación de la plaza como centro de la ciudad.

La concepción estética y el lenguaje del nuevo estilo del Renacimiento se plasmó en la realización de una serie de edificios entre los cuales destaca el palacio. La ciudad de Florencia es la gran impulsora de de este movimiento de renovación artística y espiritual. Al comenzar el siglo XV esta ciudad había conseguido imponer su hegemonía sobre toda la Toscana y allí acudían artistas de toda Italia y también fue en esta ciudad dónde se comenzó a ensalzar el trabajo individual del artista.

El palacio se concibe como un cubo constituido por cuatro cuerpos reunidos alrededor de un patio central, es decir, un cubo vacío por dentro. La disposición del edificio en volumen geométrico cerrado da al palacio un aspecto fortaleza, a pesar de las ventanas abiertas en sus fachadas y, recuerda la estructura heredada de los palacios góticos italianos de los que, sin embargo, se ha perdido la alta torre defensiva.

La vivienda se abría hacia el interior a través del patio central de tal manera que las habitaciones quedaban comunicadas entre sí por galerías del patio. Sin embargo el palacio también tenía una dimensión social y pública y por tanto grandes ventanales se abrían a una espléndida y peculiar fachada. Aunque no se adotó un modelo único de fachada, hay un predominio horizontal en la estructrua de la misma, distribuido en pisos y con ventanas uniformemente repartidas.

Brunelleschi estableció el tipo de palacio florentino del Renacimiento en el palacio Pitti, con una parte baja de grandes sillares labrados y pisos superiores de paramentos más finos en los que se abren ventanas con dovelas. Su discípulo Michelozzo Michelozzi se encargó de continuar el trabajo del maestro en el palacio Medici-Ricardi.

Análisis de la obra.

El palacio Medici, levantado para Cosme de Médici el Viejo en una antigua vía de Florencia. El palacio conserva en la esquina el escudo de los Médici, pero lleva también el nombre de la familia Ricardi que lo habitó más tarde. Michelozzo lo empezó a construir en el año 1444 y los terminó en 1460.


La fachada tiene un cuerpo inferior con grandes arcos, ejecutados con sillares que en un principio debían estar abiertas pero se cegaron en el siglo XVI, dejando sólo ventanas. Se divide en tres plantas con sus especiales características. Hay un desigual tamaño en cada piso: el primero es mayor que el segundo y éste mayor que el tercero. Esto quiere decir que la cornisas no señalan el principio o el fin de los pisos interiores sino que están utilizadas sólo como un elemento para dividir el muro y conseguir el efecto óptico de los tres pisos interiores que no se corresponden exactamente en el interior con su altura exterior.

La decoración está también divida en pisos, los motivos decorativos son los mismos pero cambia el almohadillado que pasa de unos sillares que sobresalen de manera desigual, en el primer piso; a un paramento delimitado, que no sobresale del muro en el segundo piso, y por último el muro totalmente liso en la planta superior.

La disposición de las ventanas también es diferente: en la primera planta, aparecen arcvos de medio punto; en la segunda, las ventanas están formadas por arcos dobles, separadas por un parteluz, inscritos a su vez en otro arco más amplio, todos de medio punto, y por último, en la tercera, sólo están formadas por los arcos dobles separados por el parteluz, habiendo desaparecido el arco más amplio.

La progresiva simplificación y disminución de las ventanas se corresponde con la gradación del aparejo y la aparente disminución del tamaño de los pisos. Una gran cornisa remata el edificio y contribuye a la horizontalidad del mismo.
El patio es un espacio cuadrado con arcos de medio punto muy esbeltos, sobre los que se sitúa un friso con medallones y esgrafiados, que lo separa de los pisos superiores de ventanas. Está lleno de mármoles antiguos que ya estaban en su época y allí acudían a estudiar el arte antiguo los artistas del Renacimiento.

El palacio florentino fue evolucionando y pasó de una estructura cerrada, con fachada almohadillada y techumbre con una enorme cornisa, en el siglo XV, a una mayor articulación del edificio con ventanas superpuestas y ausencia de almohadillado en el siglo XVI. Este último tipo de fachada palaciega, más refinada, creará escuela e influirá en siglos posteriores.

F.V.V.

LA VILLA CAPRA o LA VILLA ROTONDA. 1567-1569. VICENZA. ANDREA DE PALLADIO ( 1508-1580).

Introducción.

Si los centros de la evolución estilística en el Renacimiento temprano era Florencia y en el alto Renacimiento Roma, en Venecia en el transcurso del siglo XVI encuentra en Andrea Palladio su mejor representante. Una nueva etapa de arquitectura vitruviana comienza con Palladio, que para este arquitecto la columnata es elemento más importante, motivo de belleza, se convierte en el centro del edificio de la arquitectura veneciana.

En el Renacimiento la arquitectura civil adquiere un importante desarrollo. La villa es la casa destinada al ocio en las afueras de una ciudad, es la casa de campo, común en la Antigüedad Clásica.

La burguesía veneciana al cerrarse las rutas del Mediterráneo debido a los turcos, vuelve a invertir en fincas agrarias. Estas casas se abren a la naturaleza, abiertas al jardín. Es la conjugación de naturaleza y arquitectura.

Palladio llevó a la práctica su concepción de la villa clásica en forma de edificio de planta central. Los planos de sus villas de recreo aparecen en el tercer libro de su Tratado de arquitectura (1570).


Análisis de la obra.

A dos kilómetros de Vicenza se ubica la La Villa Capra. Se halla situada en un monte de pendiente fácil, por un lado está rodeado de montes y por el otro de un río navegable, el Bacchiglione. Fue construída para un refrendario de los papas Pío IV y Pío V. Otras villas también se hallan en localidades cercanas, como en Mira, Lonedo, Montagnana o Maser.

La disposición de la planta y la vista exterior son totalmente simétricas. A cada lado se antepone una gran escalinata, que conduce a los cuatro pórticos jónicos idénticos con esbeltas columnas del mismo orden, a modo de templo romano. La iluminación es cenital, entra por un óculo de la parte superior de la cúpula e ilumina la gran sala circular central a partir de donde se distribuyen las distintas estancias de esta villa y que da el nombre genérico de Rotonda. Y La planta dispone los cuartos de habitación en los ángulos. En el núcleo de este edificio de planta griega inscrita en un cuadrado se halla una sala circular, cubierta por una cúpula, posiblemente inspirada en el Panteón Romano. Esta sala circular es el elemento desde el que se organizan las diversas estancias. De esta forma se combinan dos formas, la cuadrada y la circular, característica propia de la arquitectura manierista.

Goethe decía lo siguiente de esta villa: "Es un espléndido edificio a media hora de la ciudad. Se sube al piso principal por cuatro escalinatas de los dos lados, donde hay vestíbulos con columnas corintias. Dudo que nunca la arquitectura haya superado el lujo de estas cuatro entradas. La terraza, en estos vestíbulos, es de todo el ancho de la construcción , de manera que cada fachada parece la de un templo. El interior de la villa podría decirse habitable, pero ciertamente, no sería cómodo. La sala central es de bellísimas proporciones, y las estancias también magníficas, pero apenas suficientes para alojar una familia en verano".

En la actualidad, quizás este tipo de villa con pórticos a la entrada parecen ser el origen del tipo de mansión del sur de los Estados Unidos.

J.P.B.

IGLESIA DEL GESÚ, ROMA, a partir de 1567. OBRA DE VIGNOLA. FACHADA DE GIACOMO DELLA PORTA

Introducción.

Estamos ante una obra de enorme interés para la historia de la arquitectura por varios aspectos.

Antes de adentrarnos en el comentario formal de la obra resulta relevante analizar el contexto sociológico en que surge y las repercusiones posteriores de esta construcción.

Il Gesù va a ser en efecto la iglesia prototipo de templo jesuítico, lo que equivale a decir el modelo contrarreformista de iglesia por excelencia. En la segunda mitad del siglo XVI, cuando el mundo del catolicismo romano reacciona de forma activa y militante contra el protestantismo, encuentra en la nueva orden de los jesuitas, fundada por el español Ignacio de Loyola, la punta de lanza doctrinal más activa para tratar de combatir a la herejía. Conocida es la importancia que en este contexto va a tener la Compañía de Jesús, su extensión por el mundo entero y su contribución decisiva para que amplias zonas de América del Sur y de Asia permanecieran dentro de la obediencia papal.

Para las nuevas necesidades de la orden parecía necesario contar con un nuevo modelo de templo, distinto al habitual entonces en el sofisticado mundo del Renacimiento romano, donde, aparentemente sin esfuerzo, se mezclaba el cristianismo con las ideas neoplatónicas, e incluso los temas del paganismo antiguo gozaban de la predilección de los cultos dirigentes de la curia romana y de los mismos pontífices aristócratas que se sentaban en la silla de San Pedro.

Se habían acabado las veleidades y era necesario el retorno o, mejor, la creación de una ortodoxia en culto, en la formación sacerdotal, reivindicar la importancia de los sacramentos para la salvación, de los santos como verdaderos intercesores ante el altísimo, etc.

Para ello los jesuitas van a contar con un nuevo modelo de templo, encarnado en la iglesia de “Jesús”, que va a servir perfectamente a las nuevas necesidades y que por ello será un modelo de templo repetido hasta la saciedad.

El autor. Hablamos de un discípulo de Miguel Ángel, Jacopo Barozzi, llamado “el Vignola” (1507-1573). Autor de uno de los tratados de arquitectura más importantes del XVI, cuya influencia teórica y práctica en la posteridad ha sido decisiva.

Su proyecto de fachada sin embargo no va a ser el que se ejecute finalmente sino el de Giacomo Della Porta, muy influido desde luego por el de Vignola, pero con algunas aportaciones novedosas de gran importancia.

Análisis de la obra.

Para empezar es necesario que comentemos la originalidad de la planta, pues evidentemente representa una ruptura bastante radical con la tendencia general hacia las plantas centrales que se había impuesto en el siglo XVI, con Bramante y Miguel Ángel a la cabeza. Si hay que mencionar entre sus precedentes la iglesia de San Andrés de Mantua, de Alberti. Este modelo, lleno como es sabido de resonancias cosmológicas y neoplatónicas ( muy adecuado a la concepción espacial del Renacimiento, que ve en el espacio algo acabado, completo, abarcable por el hombre y trasunto de la divinidad), deja de ser válido para las nuevas necesidades.

Vignola va a mezclar sabiamente la concepción espacial medieval de espacio-camino, espacio-tensión longitudinal hacia el altar, cuya plasmación formal sólo puede ser la iglesia de planta de cruz latina, con las ideas renacentistas de espacios centrales o centralizados, diáfanos, luminosos, con un amplio espacio central en el crucero inundado por la luz proveniente de la cúpula.

Las nuevas necesidades del culto dan como resultado la importancia de la predicación, de la misa, especie de arenga religiosa a los fieles, que deben seguirla sin interrupciones. Para multiplicar la posibilidad de las misas, la nave única y las capillas comunicadas entre los contrafuertes permiten, no sólo en el espacio principal del templo, sino también en las capillas laterales (donde vemos claramente la influencia del gótico catalán medieval), una organización y aprovechamiento de los espacios extremadamente práctica.


Todo ello sin renunciar a un amplio espacio central en el crucero, bajo la cúpula.

Incluso el afán misionero, con una cierta teatralidad pre-barroca, coloca el púlpito en un lugar elevado, en la intersección de la nave central con el crucero.

El remate de cabecera de la iglesia es un ábside semicircular como era habitual en muchos templos medievales.

No obstante demos ser precavidos sobre el espacio interior creado por Vignola, pues el Barroco ha recargado decorativamente el interior del templo, desposeyéndole de la austera severidad que debió caracterizarle.

La fachada.-La propuesta de Vignola no fue aceptada, aunque parece ser que su difusión mediante un grabado hecho por Cartaro, fue enorme por toda Europa. Ya en ella se plasma un propósito ornamentista, a pesar de jugar con el clásico vocabulario de entablamentos, pilastras y frontones.

La transición entre los dos pisos en fachada fue resuelta por Vignola con unos aletones mucho más modestos que los definitivos.

Como es sabido la fachada real de Il Gesú es obra de G. Della Porta (1541? – 1604). Es una fachada realmente sorprendente: vemos un vocabulario completamente clasicista, pero cuyo efecto de conjunto tiene poco que ver con la simplicidad y pureza estructural de obras como la Capilla Pazzi. Sospechamos que una nueva sintaxis ha producido unos efectos distintos, a pesar de contar con los elementos propios del Renacimiento; incluso no es difícil ver en la disposición del primer cuerpo de la fachada la estructura básica de un arco de triunfo romano; sin embargo varios elementos rompen la tradición clasicista: ya hemos insistido en el valor ornamental que presenta la fachada; es interesante asimismo la repetición de pilastras en ambos cuerpos, que crea además un vigoroso relieve de entrantes y salientes, de luces y sombras de indudable origen miguelangelesco.

La potenciación de cuerpo central con un doble frontón triangular y curvo, y sobre todo las poderosas volutas que enlazan ambos cuerpos, vigorosas, de sinuosidad mucho más acusada que la planteada en el proyecto de Vignola, son sin duda la clave que unifica la fachada y le da una personalidad unitaria, fuerte, pero todavía no movida ni ondulante como la que el barroco borrominesco impondrá más tarde.

J.M.E.

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